jueves, 19 de julio de 2012

MADRID – BANGKOK. PARTE 1


Por:  María
Desde: camino a Bangkok (Tailandia)

UNA DE BROWNIES Y DESVELOS: VOLANDO CON AEROFLOT


Según mi reloj, son las 12 y media de la noche. O al menos lo serían, si aún siguiera en Madrid (a estas alturas parece que ha pasado ya una eternidad desde que la ciudad se desvaneció al otro lado de la ventanilla del Boeing). En Rusia, de donde he despegado, serían las 2 y media de la mañana... Y honestamente he llegado ya a ese punto donde he perdido la noción del tiempo y me veo incapaz de traducirlo al horario tailandés, y mucho menos al horario del vete-a-saber-qué-punto-del-mundo que sea que estamos sobrevolando en este momento. Como ejemplo ilustrativo del caos que es este viaje, estimo que a estas horas más o menos tenemos:
  • 4 integrantes del grupo perdidos por la geografía china (creo que por la zona de Nanning, o quizás en algún viaje infernal en tren como el de 30 horas que hicieron hace apenas un día);
  • habrá ahora otra persona en el aeropuerto de Dubai...
  • y otra que habrá despegado desde allí hace unas horas después de pasar el día visitando esa misma ciudad (pero sin haber coincidido ambas ni un momento);
  • otra estará volando desde Turquía...
  • mientras una segunda probablemente esté en este instante allí haciendo su escala;
  • dos más vuelan rumbo a Hong Kong,
  • y un último que habrá llegado hace un rato a Bangkok desde Estados Unidos, recorriendo la circunferencia terrestre en sentido inverso (creo que si sumamos nuestros itinerarios podríamos decir, literalmente, que hoy hemos dado la vuelta al mundo).

Han pasado más de 13 horas desde que empecé a volar, con una escala en Moscú que bien podría pasar al record guinness (al menos al mío personal, eso seguro) como la escala más breve de la historia. Contaba con hora y media para hacer el cambio de terminal en Moscú pero ¡oh, sorpresa! (modo ironía “on”) el vuelo de Aeroflot ha salido con retraso... Total, que en 5 minutos he tenido que atravesar a la carrera medio aeropuerto ruso, saltándome los controles de seguridad (ni me han hecho sacar el portátil, ni líquidos... y bien podría haber llevado una bomba, que creo que las amabilísimas señoritas rusas igualmente me habrían dicho entre gruñidos que daba igual y que “run, run” a coger mi otro vuelo), para llegar al final por los pelos cuando ya estaban embarcando los últimos pasajeros. Al menos me he librado de tener un deja vu y revivir la agotadora escala que hicimos allí para ir a China hace dos años. Parece ser que los vuelos a Asia siguen saliendo de la terminal F, y parece ser también que los señores moscovitas siguen sin creer que los chinos o los perroflautas que van a la India necesiten grandes lujos como una silla en la que descansar sus posaderas mientras esperan sus vuelos... disponer de un mínimo espacio vital es un concepto algo sobrevalorado estos días porque, total, si vas a dirigirte a China, sentirte hacinado en medio de una aglomeración humana te ayuda a ir metiéndote en situación.

En estas casi 14 horas básicamente me he limitado a dormir (o intentarlo) y... a comer. Paradójicamente, siendo la comida de los aviones famosa por su calidad, en vuelos de este tipo parece que acaba convirtiéndose casi en el único entretenimiento: intentar adivinar si lo que te están sirviendo es ya la cena horario de destino o sigue siendo la comida horario local, ver desfilar el carrito pasillo arriba y abajo sabiendo que como eres el paria de la última fila te vas a quedar sin más opciones que las sobras, jugar al tetrix para colocar todo en la bandeja y que no salga volando en alguna turbulencia... y mi momento favorito: la incertidumbre al destapar la tapita de aluminio para descubrir si eso que flota entre una salsa y puré compacto se parece en algo al “fish” que te han dicho que te iban a dar, si se han equivocado y te han dado el “chicken”, o bien se trata de una tercera opción de naturaleza desconocida.

Pero no me quejo... rara vez mi paladar educado en comedores escolares de calidad dudosa no se atreve con los manjares de los aviones. He de decir que en el primer vuelo, después del ¿pescado? con puré, nos han servido un brownie que estaba realmente bueno (me avergüenza admitirlo, pero a mi vecina de asiento le ha debido de parecer tan evidente que miraba con ojos golosos el postre que se había dejado, que he acabado tomando ración doble de brownie). En el segundo vuelo ya se ha empezado a notar que poco a poco nos acercamos a Asia, y nos han dado a elegir entre noodles con pollo y salsa de ostras, y arroz con pescado y curry... Me he atrevido con el curry, pero tal como sospechaba era todavía un curry adaptado a los débiles paladares occidentales (mañana en Tailandia otro gallo cantará). Y, de postre, la tercera ración de chocolate del día...

En lo que al avión respecta, dije el otro día que los de Aeroflot eran básicamente aviones tipo Ryanair de larga distancia, y una vez más lo confirmo. El primero (Madrid-Moscú), por comodidad de los asientos y espacio, en nada difiere de cualquier avión de aerolínea low cost. Para el vuelo intercontinental en esta ruta utilizan un Boeing 767 con 9 asientos por fila y, para mi decepción, sin sistema de entretenimiento a bordo (vamos, la típica pantallita para elegir tus películas y jugar al solitario). Aunque mi primera reacción ha sido quejarme de que el modelo de avión fuera antiguo y sólo tuviera pantallas comunes tipo autobús (en las que ahora mismo nos deleitan con unos dibujos animados en ruso que tienen pinta de ser viejas glorias de, como mínimo, la infancia de mi generación), he de reconocer que al menos estos asientos son bastante más espaciosos que los que tuve para ir a China (el asiento es más o menos ancho y los asientos se pueden reclinar bastante sin que por ello te quedes sin espacio para las piernas). Por otro lado, mi concepto de las azafatas de Aeroflot ha mejorado ligeramente (¡hoy incluso ha habido una que me ha sonreído!)

En fin, sigo sin saber qué hora es, pero en cualquier caso parece que vuelve a ser la hora de entretenernos con comida, porque acaban de despertarnos a todos (o al menos a los afortunados que llegaron a dormirse) para encender las luces ,y ya vuelvo a ver el carrito desfilando arriba y abajo por el pasillo (si esta vez no hay brownie, mi salud lo agradecerá...) :)

(Actualización): Al final no ha habido cuarto brownie con el desayuno, no... Pero en su lugar nos han dado una galletita de la suerte china, mensaje incluido (lo que viene a reforzar la hipótesis de comida como forma de mantenernos entretenidos... porque, sea la hora que sea y esté en el punto de la geografía que esté, sigo estando convencida de que no es ni de broma la hora de desayunar). Mis mensajes de la galleta, por cierto, dicen lo siguiente:
  • Your future is as boundless as the lofty heaven
  • You will be recognized and honored as a community leader

En fin, ¡cosas de chinos!

1 comentario:

  1. Ayyy que maravilla los vuelos intercontinentales y si son en Aeroflot mejor! :) ande andaras ahora... Bsitos!

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